Tenemos selva tropical tan cerca que no la conocemos

 

Gigantescos robles entrelazados como celebrando su supervivencia de la tala indiscriminada de los humanos, guardan centenarias historias donde aves multicolores posan para descansar y dormir en las frescas noches, mientras nubes de insectos tienen su hábitat en estos que para ellos son edificios vegetales. 

    

Diversidad de arbustos se disputan el derecho a ver el sol tratando de asomarse por entre los gigantes robles que predominan en el exuberante bosque. 

Lianas y parásitas se aferran para vivir de los gigantes y estos permiten esa cohabitación para conjugar un rico matiz de verdes y así embellecer el paisaje. 

Algunos majestuosos árboles de otras especies se forman rectos hacia el horizonte desafiando a los gigantes robles y ganándoles en altura. 

 

Multitud de plantas y arbustos de diferentes especies conviven bajo la sombra de los gigantes generando un clima fresco en las raíces de los anteriores y manteniendo la humedad necesaria para formar así la maravillosa cadena de la biodiversidad.

¿Pero dónde está esta selva embrujadora? Está a menos de una hora del área urbana del municipio de Pitalito, departamento del Huila. Específicamente en las veredas de Costa Rica, Divino Niño y Resinas del corregimiento de Charguayaco. 

Agradecemos al escritor e investigador laboyano, Omar Ardila, quien generosamente compartió estas bellas fotografías tomadas en su habituales paseos por este paraíso natural, cada que desde la capital de la república regresa a su natal Pitalito.