Carmelina Vargas de Conde: paradigma timanense, una luz en la oscuridad

 


OPINIÓN

CARMELINA VARGAS DE CONDE: PARADIGMA TIMANENSE, UNA LUZ EN LA OSCURIDAD

 

Por Manuel Salvador Molina Hurtado

Abogado Constitucionalista y Administrativista

 

“Cuando de un hombre habéis dicho que es un ingrato, habéis dicho todo lo peor que podéis decir de él.” (Publio Siro, escritor latino de la antigua Roma, 85 a. C. – 43 a. C)

 

Corriendo el año 2021, a mediados, Colombia, de lo cual no escapaba Timaná, a más de los estragos producidos por la Covid-19, sufría otras y mayores desgracias: las que devienen de la corrupción administrativa y el abandono inclemente de la clase política tradicional para con los ciudadanos y comunidades vulnerables, produciendo, en efecto, manifestaciones de protesta en la mayoría del territorio nacional.



Y, claro, por ser de interés y sensibilidad general, en mi condición de periodista de opinión -y no de opositor político, pues no pertenezco a ninguna agrupación política de oposición- ante esa reacción política generalizada, traducida en protesta social, escribí varias columnas, entre ellas la que resultaría intitulándose “DE LOS ENTES DE CONTROL A LA PROTESTA SOCIAL”, fechada 25 de julio de 2021, la cual reposa a disposición en mi perfil.

Empero, ocurrió que cuando requerí escoger la imagen que debía exteriorizar dicha  columna, alguien -providencialmente- me hizo allegar la foto más hermosa y diciente que pudiese engalanar y dar brillo al artículo, la más enternecedora y humana imagen: una preciosa anciana que traslucía, que transparentaba altísimos valores de amor y ejemplo de vida, esperanza en un mañana mejor, y de sentimientos de solidaridad suprema! Imagen que hacía, por sí sola, dar por descontada la necesidad de leer el escrito. Bastaba su divina imagen, sobraban las palabras...



 

Así expresado, se entenderá, por qué con toda la felicidad posible en mi alma y abrumador gozo en mi corazón escribí en referencia a ella:

“Y, por supuesto, injusto e imperdonable sería no nombrar y reconocer a personas mayores que nos llenan el alma de amor, fuerza y entusiasmo para seguir en la lucha y no claudicar; faros de moral y ejemplos de vida valiente y tesonera: doña Carmelina Vargas de Conde!

Genuina hija de la Gaitana, emblema libertario de los Pueblos. De ahí que nos acompañe, con orgullo timanense en la foto de esta columna”.

 


Para terminar, permítaseme consignar que esta columna la he escrito con tantas interrupciones como lágrimas mi espíritu ha derramado, pero en el entendido de que no deberíamos dejarnos desgarrar por la partida física de un ser querido, y comprender que desde donde esté, está con nosotros, que su partida no es total ni definitiva. Y que, por lo  contrario, deberíamos vivenciar invaluable gratitud para con Dios o la vida por habérnosla prestado, por habernos permitido el privilegio de recibir de ese ser toda una estela infinita de dicha y enseñanza entrañable, que, por supuesto e irremisiblemente, nos obliga a replicarla a las nuevas generaciones, por cuanto estamos compelidos moral y espiritualmente a que no extinga ni sea en vano ese maravilloso legado de vida: amor, entrega desinteresada y dignidad.

Y, a que jamás, jamás, nunca, nunca seamos ingratos para con la Madre!

Sobre el particular, permítanme retrotraer el bellísimo y oportuno poema “A mi Madre” de Vicente Riva Palacio, político, jurista y escritor mexicano, considerado uno de los mejores exponentes de la literatura mexicana.

¡Oh, cuán lejos están aquellos días
en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormías!

¡Con que grato embeleso recogías
la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera
con maternal orgullo repetías!

Hoy que de la vejez en el quebranto,
mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,

al recordar tu celestial cariño,
de mis cansados ojos brota el llanto,
porque, pensando en tí, me siento niño.

Un golpe dí con temblorosa mano
sobre su tumba venerada y triste;
y nadie respondió... Llamé en vano
porque ¡la madre de mi amor no existe!

Volví a llamar, y del imperio frío
se alzó una voz que dijo: ¡Si existe!
Las madres, nunca mueren... Hijo mío
desde la tumba te vigilo triste...

¡Las madres, nunca mueren!
Si dejan la envoltura terrenal,
suben a Dios, en espiral de nubes...
¡La madre, es inmortal!"


Timaná, Huila, 26 de marzo de 2023





 

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